11. Hospital
- Buenas tardes, príncipe Renji. Has dormido mucho.
Masa pestañeó confuso y molesto ante la luz del sol, a pesar de que la habitación estaba en penumbra. Sentía la boca pastosa y el cuerpo entumecido, dolorido. Tenía la cabeza cargada, y no estaba muy seguro de dónde estaba ni cómo había llegado.
- Has vuelto a casa.
Movió la cabeza a un lado. ¿Estaba en casa? ¿Tenía resaca? La voz le resultaba familiar. Respiró hondo, tratando de coger fuerzas para moverse, y el olor a hospital fue como una bofetada en la cara. Entonces empezó a darse cuenta de más cosas: las sábanas blancas y frías, el sonido monótono de las máquinas, los murmullos en el pasillo, la aguja en su brazo, el peso a los pies de la cama.
- Hi-kun... – Su propia voz le sonó ronca y seca.
- Has vuelto pronto, príncipe Renji. Creí que tardarías más.
- ¿Qué hora es? – Preguntó Masa, girando la cabeza hacia un lado.
- Son las 6 de la tarde de dentro de tres días. O del día de hoy, pero como has perdido tres días de tu vida durmiendo, para ti aún es el día de hace tres días, así que debes saltar en el tiempo.
Masa no contestó nada durante un largo minuto. Intentaba recordar qué hacía allí de nuevo. ¿Un accidente? ¿Había vuelto a intentar suicidarse? Tampoco estaba de humor para conversaciones.
- Vete.
- ¿Ya me echas, Renji? Pensaba que podríamos hablar. – Había decepción en su voz.
- Lárgate, Hisoka.
- Tú sabrás. – Respondió ofendido, y sin decir más, se levantó y salió de la habitación.
Masa volvió a cerrar los ojos. No tenía sueño en absoluto, pero en ese momento necesitaba estar solo. Hasta que su cabeza volviera a estar en orden, no quería saber nada del mundo.
