Ch.1 - Make me an offer

Al parecer, Shou había sido el primero en llegar al lugar. Ninguno de sus amigos estaba a la vista, así que no le quedaba más remedio que esperarlos en la calle, sabiendo que si entraba a alguno de los muchos bares que había por ahí, sería incapaz de encontrarlos después. Pese a hacer todavía un poco de fresco, se notaba que ya estaban a mediados de primavera, y la noche se veía bastante animada. Era sábado, al fin y al cabo, y estaban en Ni-chome. Tenía que estar animada a la fuerza. Shou miraba a la gente, principalmente chicos, que iban y venían por la calle, la mayoría de ellos acompañados. ¿Cuánto hacía que no estaba con alguien? La verdad era que no se había parado a pensarlo, no siendo un obseso del sexo como lo eran algunos de sus amigos, pero no podía negar que una alegría para el cuerpo habría estado bien. Quién sabe, aunque fuera acompañado de sus amigos, quizá esa noche encontrara a alguien con quien pasar un rato divertido y sin compromisos. Sonrió para sí mismo, y siguió observando a la gente.


Entonces, al echar la mirada hacia un lado lo vio. Parado a un lado de la calle, observando a la gente, como él, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo blanco. No sólo llamaba la atención por ese toque de claridad, sino también por el resto de su atuendo, demasiado fresco para la época. Llevaba las piernas al descubierto, apenas cubiertas por un pequeño short de cuero negro, y aunque se le veía muy delgado tenía unos muslos bonitos. Llevaba unas botas altas y pesadas que le hacían parecer, como mínimo, cinco centímetros más alto de lo que en realidad era, aunque Shou habría jurado que sin ellas el chico sería más pequeño que él. Tenía el pelo corto pero peinado con un look moderno (aunque un poco soso, en su opinión de profesional), y en sus labios había una sonrisa dulce. Un hombre trajeado se acercó a él en ese momento, haciendo que el chico se girara para hablarle y dejando que Shou viera lo que había bajo su abrigo. Una camiseta de rejilla negra que dejaba ver su piel clara bajo ella. Shou sonrió. Sí, definitivamente, estaba claro lo que el chico era. Tras un intercambio de palabras con el hombre, éste se acabó marchando después de que el chico negara con la cabeza. Fue entonces cuando Shou pudo ver mejor su cara. Tenía unos rasgos finos y delicados, muy dulces e incluso un poco afeminados. Aún así, era muy guapo. Al verlo así, se preguntó si sería siquiera mayor de edad.


Como sus amigos no parecía que fueran a llegar aún, y el chico parecía tan aburrido como él, Shou echó a andar hacia él sin pensárselo mucho, con una media sonrisa pícara en los labios.


- Ey, encanto.


El chico se giró del todo hacia él, examinándolo de arriba abajo. Visto de cerca no estaba nada mal, y Shou pudo apreciar mejor pequeños detalles, como el piercing que llevaba en un lado del labio, o el maquillaje discreto pero que resaltaba sus ojos oscuros. Como no parecía dispuesto a responder, Shou siguió hablando tras pararse a un metro de distancia de él.


- ¿Qué tengo que hacer para pasar un buen rato contigo?


El chico sonrió, y tras un par de segundos de silencio habló con una voz suave y agradable.


- Depende. 6000 la mamada, 11.000 el completo. Si pasas de una hora el precio sube. Tú pagas el hotel. No hago nada sin condón. Esas son mis condiciones.


Shou dejó escapar una risita sorda.


- ¡Vaya! Eres un poco caro, ¿no?


El chico se encogió de hombros, como restándole importancia, sin perder la sonrisa.


- Difícilmente vas a encontrar a alguien tan bueno como yo. La calidad se paga.


A Shou le hacía gracia su egocentrismo. Aún así, no pensaba pagar por tener sexo.


- Así que es eso... - En ese momento oyó cómo lo llamaban, y al mirar atrás vio a sus amigos. Habían llegado justo en el mejor momento. - Lo siento, chico, otra vez será. Hoy tengo planes. - Y antes de irse le guiñó el ojo.




Masa se quedó allí, viendo cómo el otro se alejaba con sus amigos. La verdad es que era bastante guapo, y aunque iba abrigado no parecía tener mal cuerpo. Incluso su chulería le hacía gracia. En cualquier otro momento no le habría importado acostarse con él, pero no podía permitirse el lujo de perder posibles clientes por divertirse un rato. Quizás en otra ocasión.




Varias horas después, Shou y sus amigos caminaban de vuelta a casa. Habían bebido, charlado, incluso bailado. En definitiva, habían pasado una buena noche. Pero empezaban a sentirse cansados, y la idea de volver a su cama les llamaba mucho. Y entonces, por segunda vez en la noche, Shou lo vio.




Masa seguía en el mismo sitio que unas horas antes. Estaba cansado, para él también había sido una buena noche, y con el dinero que llevaba ya en el bolsillo podría haberse ido perfectamente a un hotel a descansar, pero sabía que aún era capaz de aguantar más y estaba dispuesto a hacerlo. Al fin y al cabo, eso no era algo que hiciera todos los días, y cuanto más dinero pudiera conseguir, mejor sería para él. Aún así, a pesar del cansancio, no perdía la sonrisa. Aunque a esa hora ya no había tanta gente por la calle, y empezaba a aburrirse un poco, sabía que siempre había la posibilidad de encontrar a alguien. Suspiró con cansancio, y le dio un golpecito a una piedrecilla con la punta de su bota.


Shou se separó del grupo, pidiéndoles que siguieran sin él. Mientras se acercaba al chico por la espalda, volvió a sonreír traviesamente.


- Ey, encanto.


Masa se giró al oírle. Al ver al chico de antes, su sonrisa se hizo un poco más grande.


- ¿Aún por aquí? Es un poco tarde, ¿no crees?


Masa se encogió de hombros, no queriendo darle otra respuesta.


- ¿Has tenido una buena noche?


El atrevimiento del chico le hizo gracia a Masa.


- ¿A qué viene de pronto ese interés por mí?


- Eres guapo. Tienes un buen polvo. ¿Qué más quieres?


Su sinceridad hizo reír al chico. Incluso su risa era delicada y algo femenina.


- Tú no te rindes, ¿eh? Está bien. Te haré un favor, pero sólo por ser tú. Esta noche te lo hago gratis. Pero nada de cosas raras, y la próxima la pagas tú. - En realidad tenía ganas de hacerlo con él, no todos los días se encontraba con un chico tan guapo como ese, y qué demonios... había ganado suficiente y así el hotel para dormir hasta el día siguiente le saldría gratis.


- ¿Estás seguro? - le preguntó Shou, levantando una ceja con incredulidad. - Algo querrás a cambio, ¿no? ¿Cómo sé que luego no me la vas a colar?


Masa no le respondió. Sonrió, bajando la mirada, y se mordió el labio inferior cuando volvió a mirarle. Sin dudarlo ni un segundo, dio unos cuantos pasos para cubrir la distancia que los separaba. Por primera vez en la noche sacó una de sus manos del bolsillo de su abrigo y la puso sobre la nuca de Shou. Estaba un poco fría. Y antes de que éste pudiera reaccionar, el chico se pegó a él y empezó a devorar sus labios. Por lo menos sabía besar bastante bien. Tras casi diez segundos de beso, Masa se separó de sus labios, y sin apartar la mano de donde estaba le habló mirándolo a los ojos.


- Cobro por adelantado. Y lo que acabo de hacer va incluído en el precio. Tú decides, o aprovechas esta oportunidad, o te largas con tus amigos y me dejas que siga trabajando.


Volvió a llevar su mano al bolsillo del abrigo. Aunque su voz tenía cierto tono desafiante, no había perdido la sonrisa ni un momento. Aquello le hizo gracia a Shou. Así que el chaval también sabía ponerse chulo...


- Ey, ey, tranquilo, encanto. Sólo quería asegurarme. Está bien, acepto la oferta. ¿Vamos a mi piso? No está muy lejos de aquí.


El chicó soltó una risa suave y negó con la cabeza.


- Nada de eso, vamos a un love-ho. Y pagas tú, recuerda. Son mis reglas.


- Está bien, está bien... Eres un chico duro, ¿eh? Espero que valga la pena tanto como dices.


Masa le echó una mirada de superioridad, tras la cual se dio la vuelta y echó a andar delante de él, dejando que pudiera admirar su trasero y sus piernas.


- No te arrepentirás. Nadie lo hace.


Shou tardó poco en seguirle, agarrándolo por la cintura y bajando la mano hacia su trasero a mitad de camino. En apenas un par de minutos llegaron al Love Hotel favorito de Masa, y tras pagar la habitación, subieron juntos a ella. Ninguno de los dos saldría hasta el día siguiente, y ninguno de los dos se arrepentiría de esa noche.